Reflections




“Cuando Narciso murió, las Flores de los campos se desolaron, y pidieron al río gotas de agua para llorarlo.

-¡Oh!-respondió el río-, aunque todas mis gotas de agua fuesen lágrimas, no tendría bastantes para llorarlo yo mismo, a tal punto lo amaba.

-¿Y cómo no amarlo, siendo como era tan hermoso?-dijeron las Flores.

-¿Pero era hermoso?-preguntó el río.

-¿Y quién lo sabría mejor que tú? Todos los días, tendido sobre tu ribera, contemplaba en tus aguas su hermosura.

-Si yo lo amaba –replicó el río- era porque, cuando se inclinaba sobre mis aguas, veía en sus pupilas el reflejo de mi propia hermosura.”

Oscar Wilde

Lo que no sabemos es si Narciso al final se dio cuenta, lo mandó a tomar viento fresco y se largó por peteneras. O si eran los dos la horma y el zapato.


[Canción recomendada: Carly Simon “You're So Vain”]

Un Martini rosso en La Fortaleza del Sol

Que sí, que no me había olvidado…



Sicilia, 1926. Una joven y lozana campesina… Se moría ese día. D.E.P. Y mientras, ese mismo jueves cuatro incautos (La Arquitecta Flamenca, El Sr. y la Sra. De Tariro-Tariro y el que suscribe) que no sabían que la mejor abuela catódica que podíamos haber tenido dejaba este mundo y entraba en la leyenda, dirigían sus pasos (vale, sus ruedas) hacia Lorca, al concierto de Pink Martini en la Fortaleza del Sol.

Cuando lo contaba en el trabajo, la gente se quedaba igual que antes al decirles el nombre del grupo (incluso más de uno y más de una se creía que era algún grupo heavy que iba al Lorca-rock) y peor aún es tratar de explicar qué tipo de música hacen. Te miran como si fueras un extraterrestre. Si te da la vena cool y lo dejas en un grupo de jazz con múltiples influencias, la cara es de “ya está éste con sus cosas raras”. Si lo dejas en algo más descriptivo y dices que son algo así como una orquesta que lo mismo te toca un mambo, un cha-cha-chá o un vals, a lo que llegan es a asociarlo con una verbena de pueblo.

¿Y por qué elegir una de las dos opciones? ¿Por qué decantarse por el smoking y el traje de gasas o las bermudas y las camisas floreadas? Mejor quedarse con todo.

Algo así fue el concierto. Aparecieron con sus mejores galas (y la cresta de Lauderlade, pero bueno, ya era algo esperado, que este crío con los looks capilares se pasa tres pueblos), arrancando el concierto con “Tempo perdido”, dejándonos a todos con la boca abierta: el sonido llegaba a ser tan perfecto que parecía pregrabado:





Enorme China Forbes, tanto con su voz, como con su estilo. Te entraban ganas de ir arreglado de punta en blanco, de añorar el estilo de vestimenta de los años 40 y 50, esos tupés, esas cinturas de avispa y esa caballerosidad denostada (que no me arrepiento del tiempo que me ha tocado vivir, pero ese rollete era el que pegaba en ese momento.)

Fueron desgranando canción tras canción de sus tres trabajos, con algunos temas nuevos, incluido un solo de violín que nos puso a todo los pelos como escarpias.

Aunque, todo sea dicho, yo no tenía ojos náh máh que pa él:





Derek Rieth, percusionista del grupo, un osete que ya me ponía malísimo en las fotos del libreto de “Hang On Little Tomato” y que en directo no perdía ná el jodío. Eso sí, el muy cabrón tendrá algún pacto con Don Diablo al estilo Dorian Gray porque ni ha cambiado desde las fotos de ese disco, ni había manera de hacerle una foto decente. Que todas las que tengo en la cámara parecen un cuadro abstracto.

La gente se fue animando poco a poco a levantarse de sus asientos, haciendo que al final, La Arquitecta Flamenca y la Sra. De Tariro-Tariro me arrastraran a una zona del recinto donde se había formado una verbena improvisada. Jubilados que aplaudían desde sus asientos, algún niño por allí suelto (¿a 23 € la entrada?), un grupo de ingleses algo perjudicados y más gente que improvisaba un charlestón, un claqué o simplemente dos payasadas con las que acompañar las canciones.

Y varios de los componentes con ojos como platos. Al final va a ser verdad que Spéin Is Díferen, y lo de ser tan espontáneo no se lleva por otros lares. Porque cuando llegaron los bises y tocaron “Brazil” la gente se avalanzó al lado del escenario y fue el acabose. Ahora sí que era una pura verbena de pueblo.

Supongo que el mal sabor de boca de suspender su concierto del día anterior en San Sebastián se les quitaría. Eso espero, porque creo que a los que estábamos allí no nos importaría volver a verlos por aquí. Yo pienso repetir.


[Canción recomendada: Pink Martini, “Hey, Eugene!”]

Cero en actuación, diez en manipulación y una beca en el psiquiatra



A nadie le sorprenderá el mero hecho de que me guste la música. Que si Goldfrapp, que si Madonna, que si Concha Buika… Lo de que sea chenoísta hasta la médula, seguro que hace que enarque la ceja alguien de los que me lee (¿pero queda alguien después de mi parón?) Y es que Laurita me conquistó. Con sus caderas, sus mohínes en sudadera gris cuando El Rizos la dejó en tabla(das), con su “cuando tú vas”…


Al que nunca he soportado, ha sido a su partenaire en este dueto. Y autor de la letras (¡tócate que te da gusto, chiquitín!); pero es que lo primero que escuché de Ricardo "Ni duchao ni afeitao tienes arreglo" Arjona fue “Historia de taxi”, una canción que me grabó una amiga en una cinta, en el espacio en blanco que quedó detrás del “Pies descalzos, sueños blancos” de Shakira. Tonadilla a la que sólo le faltaba al final a Dyango diciendo “y eseeeeee hombre… soy yoooooooooooooooo” como para que fuera un pestiño redondo; un repollo con lazo. La ausencia total del punto trash le impidió pasar al olimpo de las petardadas. Así que se quedó a medio camino, en tierra de nadie. Entre Luis Miguel y Jose Luis Rodríguez “El Puma”.

Pero no sé si es que, o he crecido y he perdido prejuicios con el paso de los años, o es que me estoy haciendo un blandengue. Lo único que puedo decir es que, ains, me encanta esta canción:







A veces son más interesantes las letras de rupturas. Que parecen estar de moda esta temporada.


[Canción recomendada: Chenoa & Ricardo Arjona “Pingüinos En La Cama”]

Suspiros de España (y Portugal) (y II)




Semana 2: Pantumaca

Llegamos a Madrid domingo post-orgullo (creo que éramos los únicos gays sin ningún tipo de sustancia en vena y que acabaran de despertarse) para salir al día siguiente a la Costa Brava; asínque aprovechamos y fuimos a ver la exposición de Mucha en la Fundación La Caixa. (hasta finales de agosto, aprovechad.)

El lunes, las cuatro mariquitas cogieron carretera (la manta la dejamos, que hacía una poca de calóh) hacia la Costa Brava… para llegar a una casa rural la mar de mona: peazo salón-comedor, cocina amplia, dos habitaciones, dos baños (uno con jacuzzi –que no funcionaba, pero daba el pego-) y una colección de música que parecía hecha a propósito… Vale, quitando el recopilatorio de Kenny G, el resto no estaba mal.

Y ahora vamos a lo del “retiro espiritual”. La casa en cuestión estaba profusamente decorada con fotos de la versión hindú de Falete con sari. (Pa mí que la Rita Puri ésta fue la que sacó al dueño del agujero de las drogas y tal…) Dos fotos en el salón, un cuadro encima de la cama de matrimonio (¿dónde quedó el sempiterno crucifijo?) y el calendario zaragozano en la cocina:






Después de esta bonita presentación del escenario, toca enumerar las diversas actividades que realizamos. Como buen retiro espiritual que fueron estas vacaciones, hicimos limpieza de cuerpo y mente, a través del más puro ascetismo y una dieta pobre en alimentos pero rica en espíritu… ¿Alguien se lo ha creído? Gensanta, la cantidad de comida y alcohol que cayeron con las partidas de cartas y Scrabble que nos metimos entre pecho y espalda.

Vale, también salimos de la casa. Haciendo la ruta de las calas y playas nudistas, en las que poner nuestros culos blanquecinos al Lorenzo y coger algo de sol. Eso sí, en plan cultureta, porque aquí estábamos los cuatro con nuestro libro en la mano, por supués. Y gracias a Dior que eran playas con antidepresivos: sólo habían jubilados extranjeros haciendo nudismo, y eso quita todo tipo de complejos.

Es evidente que con un grupo con tamaño coeficiente intelectual, también se realizaron visitas reseñables en fotografía (el que quiera ver mi culo al aire, ya sabe qué post releer):

_Las ruinas de Ampuria Brava.


Tanto los restos de la ciudad griega como la romana, donde descubrí que estoy enfermo, porque la estatua de Asclepios me ponía burro… Ains, me entraban ganas de gritarle
“¡mátame, camión!”


_El Teatro-Museo Dalí.



Que ya desde fuera te da una idea de lo que te puedes encontrar dentro…



Reconozco que Dalí me gusta(ba), pero tras la visita, uno ya no sabe qué pensar, si era un genio, un visionario, o si sigue riéndose en su tumba con toda la parafernalia que montó a su alrededor. Eso sí, indiferente no deja a nadie.

_Cadaqués.


Después de media hora por carreteras de montaña más curvadas que un vello púbico afroamericano se llega a un pueblo que merece la pena todas la biodraminas invertidas en el recorrido. Calles empinadas, estrechas, con casas encaladas, donde poder hacerse unas fotos la mar de cucas para poner en el recibidor
(mira, para una en la que salgo guapo -y para naaaaaada estoy posando, yo es que soy asín de natural-):


Desde el puerto se ven unas vistas del pueblo y de toda la zona que son alucinantes. Estuvimos buscando un sitio donde cenar, pero viendo los precios de los platos, volvimos al centro del pueblo y acabamos en “otro restaurante con encanto” que, para más inri, tenía nombre felino: “El gato azul”. Era una señal, como una especie de cierre de las vacaciones. De gato a gato. ¿La vuelta a casa? Pues por las mismas carreteras, pero cantando a pleno pulmón todo el recopilatorio de Mocedades. Comprobadísimo: la mejor técnica para no quedarse durmiendo mientras conduces.


_Castelló d’Empuries.



O como se puede encontrar en un pueblo de unas 400 personas (supongo que censadas, que movimiento de gente había algo más) un conjunto arquitectónico tan interesante como su “catedral” gótica:



Ea, mi vena de alumno de Historia del Arte frustrado estaba ya saciada. Típicamente catalán, con influencias cistercienses y blablabla... El que quiera saber más, que lea.


El último día de vacaciones lo pasamos vagueando entre la playa y el sofá… con alguna lagrimilla que se me escapaba. Joé, es que después de 15 días compartiendo cama con una máquina de ronquidos, pues como que se hace la vuelta a la realidad cuesta arriba… pero siempre hay maneras de cortar momentos de bajón. Y de eso se encargó Clickair, al gastarme la broma por telefón (maricong) de que la reserva del vuelo que tenía para volver a casita no existía… Nada mejor para hacer que saliera a flote la estricta gobernanta que llevo dentro. (Mira que uno lo intenta, se relaja, incluso hubo un día que me dejé las tazas y la cafetera en la mesa después de tomarnos el café, pero llegan cosas como ésta y te hacen apretar el culo...) Al llegar al aeropuerto me dijeron que no había ningún problema. O me tocó un ett o al pobre le acababan de joder las vacaciones y yo fui su primera víctima.

Y hasta aquí han llegado las jolideis. Menos mal que para mediados de agosto tengo un parón de unos días para el evento social del verano: La boda de Juan Diego Botto. Mi hermano, no el actor.




[Canción recomendada: Mocedades “La vuelta al mundo de Willy Fog”]

Suspiros de España (y Portugal) (I)


Noooo. Ni muerto, ni de parranda. Más bien aclimatándome al calor de Murcia, al curro otra vez, y a ponerme al día con la familia y los cuatro gatos que no han salido huyendo de vacaciones.

Ummm, vacaciones. Me parece que yo tuve unas como otras tuvieron una granja en África, y creo que toca hacer un resumen. Por aquello de que sepáis qué hago con mi vida, no por lo otro de poner los dientes largos al respetable, ejem…

Semana 1: Meu fado

No fue una semana al completo, pero es que hubo eventos sociales en esta región que me impidieron partir a tierras lusas con más antelación; lo que me permitió enterarme en vivo y en directo que por fin tengo mi premio de consolación, vamos, que soy otra Maricarmen diplomada.

Después de pasear y pasear por la T-4 (ains, hasta le tengo morriña, que la veo por la tele y parece que fuera las calles de mi pueblo), llegué con una hora de retraso (cortesía de Vueling) a Lisboa, donde me esperaban las carnes morenas de Mi Churri del Amor… para darme un beso y un abrazo, que el salto del tigre (o de la lagartija) tocó en su apartamento.

¿Que qué hice el primer día? Pues mi típica y tópica cura de sueño: despertarme a las tres de la tarde, y porque sonó el teléfono móvil. Y después de tan reparadora siesta, la primera visita que hago siempre que llego a estas tierras: ir de compras al Ikea de Lisboa. Sí, llamadme enfermo mental, pero uno tiene alma de maruja y hay que amueblar el apartamentito de soltero de mi amoooooor.


Otras cosas rescatables, aptas para menores y que pasaron fueran de las cuatro paredes fueron la picanha que devoramos en un restaurante de ésos con encanto, “El gato que ríe”… Lo de “con encanto” se traduce en un bareto pequeño, mínimo, escaso, pero divinio-de-la-muerte; con sus mesas y sus sillas de colores, su toque naïf con dibujos y figuritas de gatos… Y el matrimonio que lo llevaba, que nos hizo repetir by the face porque no nos quejamos del punto de sal de la carne, al contrario que la mesa de rancios de Rancia que teníamos al lado.

De ahí, al Bairro Alto, a tomarnos unas copichuelas, con parada obligatoria en un bar de modernos (bonito eufemismo, yo creo que había hasta algún travesti) para hacer la foto de rigor:


Sip, una foto de una niña de comunión en el baño de los tíos… Tocotó.

Al día siguiente, nos reformamos e hicimos visita cultureta al Museo de Oriente, que para eso los portugueses se recorrían la ruta de las especias como Peter por su home; donde pudimos observar ejemplos de diseño minimalista como éste:


¿Y quién no tendría algo tal que así en el recibidor de su casa?

Después cruzamos a la otra orilla del Tajo en ferry para meternos entre pecho y espalda una parrillada de sardinas que no las paraba ni un tren.

Y al día siguiente, madrugón que te tocó. Cortesía de Vueling, al adelantarnos dos horas el vuelo a Madrid; donde habíamos quedado con J. y Crawler para irnos a la Costa Brava de retiro espiritual. Y nunca mejor dicho.

Pd: Vale, sí, la mayoría de las fotos se ven como el orto, pero es lo que tiene haberlas hecho con el móvil…


[Canción recomendada: Sintonía de “Verano Azul”]

Síndrome postvacacional

Vuelta a la cruda realidad…




Jo, tía.


[Canción recomendada: Groove Armada “My Friend”]



Aeroguatutú, que se llama "aero" porque vuela, "gua" por que va por el agua y "tutú" porque, cuando rueda por la carretera, hace "tú...tú..."


Boy Lornsen.


{elaeroguatutu@hotmail.com}