Éxodos


En una esquina
un escrito rezaba así:
"El último que salga, que apague la luz…”

…pero que deje la puerta entreabierta.


Cambio de hogar. Independencia. Nuevos derechos, nuevas obligaciones. Y mientras no descubra cómo robar wifi a los vecinos o decida que comer no es tan importante como pagar la conexión a internet, apago la luz del blog.

Espero que sea por poco tiempo.

Nos vemos.

Un abrazo y gracias por todo.


Fin de la Segunda Parte.


[Canción recomendada: Eros Ramazotti “Éxodos”]

Rarezas

Ea, que hay que actualizar, y ya que HM me ofrece una excusa

El problema es que ya puse un elenco de rarezas en posts anteriores, que sí que hace ya tiempo de éste, éste y de éste, pero siguen siendo válidos, que uno es un animal de costumbres.

La cosa está complicada, y voy a tener que rebajar el listón bastante, no me lo echéis en cara, que para rarezas y curiosidades jugosas a los enlaces anteriores me remito. Ahí vamos:

1_ No me habléis si me acabo de levantar de la siesta.

La hora siguiente después de haberme levantado es crucial. La línea que separa un dulce corderillo del asesino en serie es más delgada de lo que parece… Advertidos estáis.

2_ Suelo ordenar los libros por tamaños y por colores.

Sí, por colores. Es que mola mucho ver ahí la escala de tonalidades, a medio camino entre el arcoíris y un pantón. Ahora mismo, en mi habitación tengo los libros cálidos en una estantería y los libros fríos en otra. Los cd’s también los ordeno de manera similar, pero todos los de un mismo artista o grupo juntos, cronológicamente, pero al lado tengo que poner los de otro autor que sean similares. Vamos, que al lado de Madonna no voy a poner a Placebo.

3_ Tengo complejo de Diógenes con los botellines de agua y los kleenex.

Raro es el pantalón que no lleva dentro un paquete (con perdón) de pañuelos de papel o la bandolera que no tiene un botellín de medio litro vacío (cada vez que salgo, siempre llevo agua encima… y un libro. Sí, no tengo arreglo.)

4_ Tengo que leer un rato antes de acostarme.

Siempre. Sea la hora que sea cuando me acueste, y con independecia del estado etílico al que llegue al catre. ¿Resultado? Que al día siguiente no sé por dónde pijo me quedé y tengo que volver a releer las páginas de la noche anterior.

5_ Odio el teléfono con todas mis fuerzas.

No me gusta hablar por él, sueno muy artificial, envarado. Para hablar prefiero el cara a cara, lo de “llamar por llamar” no va conmigo; por lo que termino no dando señales de vida con gente a la que tengo lejos, y quedo a la altura del betún. Peeeeero, tengo una dependencia del selular malsana, que ha terminado formando parte de mi cuerpo, como una nueva vesícula o un michelín más. Para ver la hora, mensajes a troche y moche, el calendario…

6_ Odio los cambios. Y los comienzos.

Me paralizan. Es una gilipollez, pero es verdad. Incluso cuando estudiaba, me costaba horrores coger un tema y empezar. Luego, cuando llevaba un rato, me disparaba y no paraba. En la vida real igual, cualquier cambio que se dé en mi vida, me suele costar horrores. En el trabajo, por ejemplo, ya no hago un planning antes de entrar de lo que voy a hacer porque suele ser una sorpresa continua. En la vida real, intento amortiguarlos…

7_ Me gusta Prince.

No en el sentido bíblico (es más, físicamente me da mucho asco), sino en el musical. Tengo casi toda su discografía, lo cual es un mérito; y original, lo que ya roza lo estrafalario y lo milagroso. Y que alguien no me diga que no es una rareza…


[Canción recomendada: Prince & The N. P. G. “The Exodus Has Begun!”]



Aeroguatutú, que se llama "aero" porque vuela, "gua" por que va por el agua y "tutú" porque, cuando rueda por la carretera, hace "tú...tú..."


Boy Lornsen.


{elaeroguatutu@hotmail.com}