
La convivencia. Esa bonita experiencia. Una vida en común de dos personas que se encaminan por la senda del día a día. El dejar los platos en el fregadero. Las peleas por bajar la basura. Que te canten una serenata de ronquidos cada noche. Esas montañas de ropa por planchar, que alcanzarán la categoría de ochomil. Las pelusas que se van formando por los pasillos, a las que, a estas alturas, te da pena barrerlas porque hasta les has cogido cariño.
Pero hoy no voy a hablar de esas cosas de ahí arriba, que me han dicho que les pasan a los que viven juntos, porque a nosotros, nada de nada.
Nosotros vivimos en una postal navideña americana de los años cincuenta-sesenta: todo glamour y felicidad.
Tanto glamour y felicidad exhudamos que algún tuerto nos ha tenido que mirar. O eso o estoy emparentado sin saberlo con algún mortífago.
¿Os acordáis de éste post? ¿En el que os pedíamos consejo para el nombre de nuestra futura gata? Bien. Agarraos que vienen curvas.
Una amiga nos avisó que su veterinaria tenía una gatita pequeña, desnutrida, que se estaba muriendo porque estaba sola y necesitaba un hogar. A ver quién es la maricona sin entrañas que se resiste a eso. Con el corazón en un puño estábamos Mi Santo y yo cuando nos vimos obligados a decir que no, porque con el horario que lleva él y los turnos caóticos que tengo yo el pobre animal iba a entablar conversación con las paredes más que con nosotros. Al final, Blanquita, que así se llamaba la gata, encontró un hogar con familia numerosa de carácter felino, y, a día de hoy, está la mar de contento… Sí, contento. Porque resultó ser gato y no gata… Si es que estaba destinado a ser nuestro, el primer gato transexual del mundo… Ni que decir tiene que ahora se llama Manolo en vez de Blanquita.
Como vimos que si queríamos ser padres el día de mañana, llegamos a la conclusión de que teníamos que empezar con pequeños pasos. Algo así como el típico experimento de instituto americano donde se coge a dos chavales para que cuiden un huevo una semana sin que se rompa, o un muñeco puñetero para saber lo que es levantarte a las tres de la mañana para darle de comer.
Bien. Pues si Peter Parker en “Ultimate Spiderman” terminó quemando el Baby Born que le tocó en suerte con Mary Jane Watson a mí me ha pasado algo parecido con el mundo vegetal.
Unos amigos de Mi Santo vinieron hace unos domingos a comer y ver el piso, y como los perfectos invitados que son, trajeron dos presentes: un par de macetas, verdes y frondosas, llenas de vida, para dar color a nuestro hogar. Una planta de albahaca que fue a parar a la cocina y un hibisco rojo para la terracita.Y la excusa perfecta para hacer de comprador compulsivo, Sección “Casa y jardín”. Compro sendos maceteros, una regadera y, ya que estoy, pues dos bambús para tenerlos en un jarroncito de cristal en el comedor. Ahá.
Nada más colocar el jarroncito en alto en el mueble del comedor, oímos un “clack”. Me giro a ver qué era y me veo la base del jarrón rajada. Lo levanto y empieza a salir un torrente de agua que fue a parar a todos los libros de arte que tengo. Vamos, el corazón en un puño. En fin. No llega a ser un gran desastre, se secan los libros y se pasan los palos de bambú a un vaso largo de horchata y sanseacabó. Ea, a regar las macetas para que no se sequen.
Cinco días. Sip. Si alguna vez te has preguntado cuánto tarda en morir una planta de albahaca por culpa del exceso de amor (y de agua) de dos mariquitas, ese es el tiempo record. El hibisco nos ha durado un poco más. Le dio tiempo a florecer y todo, pero hoy he rescatado su cadáver de la terraza. Le pongo que, a lo sumo, ha estado 20 días vivo. Ah. Y los brotes de bambú, se terminaron secando por dentro. (¡¡¡¿¿¿!!!???) Que, vamos, no sería por agua. Mi Santo se quedó a cuadros porque él tuvo uno durante dos años en el piso de Lisboa e incluso le llegaron a salir raíces.
Asínque, hemos decidido que la única planta que entra aquí va a ser la de los pies de quien venga y los seres vivos que pasen el umbral de la entrada que lo hagan por su libre disposición. Gensanta…
[Canción recomendada: La Cara B "Flores mustias"]