Bueno.
Como muchos sabréis, después de dos años, el Sr. Shepperdsen ha vuelto a la tierra que lo vio partir. Por ahora está yendo y viniendo de la Trimi, que para eso es de aquel lado del Puerto de la Cadena. Pero claro, va a pasar más tiempo en la carretera que si fuera un transportista de ganado, así que viendo que le iba a terminar comprando un retrato de ésos para poner encima del cenicero con la leyenda “Papá, no corras”, hemos empezado a mirar piso para independizarnos.
Creo que es el paso lógico de toda relación el hecho de la convivencia en común. Que de visita todos somos muy buenos y no es lo mismo irte de “escapadita romántica” como para saber si se es compatibles al cien por cien. Hombre, sirve de un aviso. Porque roncar, se ronca igual en una cama dentro de esta comunidad autónoma que en otra cualquiera. Así que, tapones para los oídos no van a faltar.
Lo crucial es saber si tu nivel de psicopatía llega a tal que, el mero incidente de encontrarte la pasta de dientes apretada por enmedio o el hallazgo de la gotita poxilina en la taza del W.C. es detonante para desatar todo el arsenal de armamento nuclear y utilizar las torturas psicológicas que aprendiste aquella acampada veraniega con los scouts.
Llevábamos un tiempo viendo pisos por internet, sin haber pasado todavía a la visita real con nuestro futuro nidito de amor… Y nidito va a ser, porque el nivel adquisitivo es el que es (mileuristas, as we are!) Así que, después de descartar todos aquellos que se salen del presupuesto, la lista se acorta.
El siguiente paso es hacer la criba. Primero descartando por zonas. Ni en el cogollo de la capi (un coñazo lo de encontrar aparcamiento) ni en medio de la nada (que “Granjero busca esposa” tendrá su punto, pero tampoco como para figurar de extras.) Y luego a limpiar la poesía de los anuncios por palabras.
Poesía. Sí señor, porque se encuentra cada descripción del piso a alquilar que es de agradecer el curso de Psicología que hice el curso pasado por correspondencia. Para empezar, el encabezamiento en sí del anuncio. Esa frase que te tiene que enganchar. Tienes aquellos que se centran en la zona, y se quedan tan anchos al poner "Murcia/Juan Carlos I/Avenida de los Pinos/Juan de Borbón/Espinardo". Toma ya. Es como si digo que alquilo una casita a primera línea de playa en Carabanchel.
Después, aquellos que se dejan llevar por las tendencias. Y es que a veces hay que pensar cómo alquilar un armario empotrado. Está claro que poniéndole imaginación. Así te encuentras “lofts” por menos de 300 euros… y menos de 20 metros cuadrados si me apuras. Vamos, que duermes colgado del perchero, detrás de la puerta de la entrada. O el caso de esos pisos “coquetos y acogedores”, donde terminas compartiendo almohada con el vecino porque no hay más espacio. La palma se la llevaba uno que tenía la siguiente leyenda: "¡Qué baratura de piso en Murcia!" ¿Piso? ¿¡¿PISO?!? Perdón, más bien el cuarto de contadores y gracias.
Merece mención especial lo que atañe al apartado gráfico. Se puede descubrir mucho de lo que te enseñan (y lo que no) las fotos. Como cuando hay más de la entrada del edificio que del piso en alquiler en sí… ¿Tanto miedo da? O el daño que han hecho al mundo de la decoración el estilo provenzal, Muebles El Rebajón y el heredar la casa de la huerta de la tía Prudencia… No, no tires los muebles, que para arreglar el piso y alquilarlo a estudiantes todavía vale, que al sofá todavía le queda un muelle en su sitio…
Ya ni hablo del aspecto "decoración e interiorismo", porque algunos ni siquiera han llegado a conocer el buen gusto, pero qué menos que, si tu inteción es deshacerte de este apestoso cuchitril alquilar la vivienda, tenerla limpia y para hacer las fotos, quitar fregona, escoba y recogedor. Vamos, digo yo.
Imaginad el patio. Te ríes por no llorar. Hasta que descubres que algo bueno has tenido que hacer en otra vida, para que aparezca el piso perfecto de la manera más oportuna posible. Así que, al final, en un mes, tendremos nidito de amor. Ni muy cerca ni muy lejos de la capital. Lo suficientemente grande como para perdernos si nos peleamos, pero lo suficientemente pequeño como para reconciliarnos enseguida y poder manifestarlo en todas y cada una de sus estancias. Y a un precio que está más que ajustado.
[Canción recomendada: Dusty Springfield & Burt Bacharach “A House Is Not A Home”]