No hay un quinto malo (y IV)

Lisboa.

Con sus cuestas p’arriba y sus cuestas p’abajo.

Y nuestras pobres paticas del suroeste español que no están acostumbradas a los adoquines. Así que esta vez salimos desde Estrela en tranvía directos a la Alfama, no sin antes abogar por la libre elección de pareja matrimonial en los maravillosos jardines que hay frente a la basílica: uno de los jubilados que vegetaba en el parque nos caló nada más vernos, y empezó a decir a nuestro paso que iba a dejar a su mujer para casarse con hombres… Yo creo que fue por Enne, que ese día se puso su disfraz de bollera, porque a ninguno de los tres varones se nos notaba para naaaaaaada nuestra pérdida de aceite, que no azeitao.

Tras nuestro paseo en tranvía y conocer a un elenco de españolas en congreso jurídico por la tierra de Luis Figo, y hacernos la pertinaz fotito de grupo, nos dimos una vueltecita por las callejuelas y miradores de la Alfama, único barrio que sobrevivió al terremoto de 1755, con parada obligatoria en “Tasca Do Manel”. ¿Que por qué en ese bar y no en otros más grandes, con terracita y con una vista panorámica? Pues porque, para vista panorámica, él:

Al que debimos de acojonar, porque lo que fue a nuestra mesa, como que no se acercó. ¿Que qué hacía un perigallo como ése por allí y no haciendo de modelo? Pues que aparte de estar para darle dos muerdos por delante y otros tantos por detrás, aquí el caballero es un buen hijo y los domingos le echa una mano a su padre, que ése sí fue quien nos atendió. Las dudas se resolvieron cuando el “Manel” que da nombre al restaurante se acercó a tomarnos la nota: el macizorro es el vivo retrato de su madre... En fin, nos tuvimos que conformar, con nuestros platos (que no era poco): una picanha (cuando algo me gusta, repito hasta la saciedad), una feijohada (guiso con judías, que tenía una pinta de-li-cio-sa) bistec con salsa de café y el “biffe Manel” con tres tipos de queso fundido. Lo que se dice un almuerzo frugal.

Bajando hacia la Plaza del Comercio, paramos ante la escultura de S. Antonio, para lanzar una moneda y que nos procurara marido a los cuatro que estábamos allí. La cosa entre Mi Santo y yo ha quedado en tablas, porque él sí acertó la otra vez, pero yo ni con esas, a pesar de que todo el mundo sabe que yo sólo tengo puntería cuando llevo algo de sangre en el alcohol… lo mío no es lo de apuntar y disparar... Así que, ¿con quién te vas a casar, cari, si no es conmigo? Por lo menos que tenga para mantenernos a los dos...

Devonshike llegó y se dejó aconsejar por las marujas lusas que pasaban en dirección a la catedral. Y es que, nadie mejor que ellas sobre cómo no morirse con los pies amarillos: no está prohibido hacer escalada libre para dejar la moneda en el libro que lleva el patrón de la ciudad en las mano. Ya se sabe que los caminos del Señor son inescrutables…

Después de dar el espectáculo, nos dimos una vuelta por la Rua Augusta, hasta la plaza del Rossío, camino donde augustamente pudimos inmortalizar cuerpos tal que así:

Nuestros acompañantes nos dieron la tarde libre, así que aquí mi compañero de juegos de cama y yo nos volvimos al piso a ponernos al día, que ya lo de tanto sexo tántrico y lo de correrse para adentro hacía que fuéramos más un bollo de leche que dos homínidos. Y después del desahogo sexuaaaar jar, agromenagüer a recuperar fuerzas en el bar favorito de Enne, el “Bar Tejo”. A estas alturas de periplo ya hasta teníamos “mesa favorita” y todo: al lado de la ventana y del acuario del marisco vivo, para saludar a Tenacitas y toda la familia. Unos pescaítos fritos (joaquizinhos) acompañados con unas gachas con ajo y perejil, el consabido bistec a la mostaza y otro bistec con jamón serrano y patatas, que no me acuerdo cómo se llamaba. Así que, Dr. Shepperdsen, le corresponde a usted bucear en su memoria.

Risas y más risas, una vuelta por el puente 25 de abril, visita rápida al Cristo Rei, y p’acasa, que al día siguiente nos tocaba el intensivo vuelo low cost + palizón de tren hasta Murcia. Lo de hacer nudismo en Caparica a altas horas de la noche y visitar su famoso bosque de tomateo ‘aka’ cruising lo tuvimos que dejar para la próxima vez. Por el frío, más que nada. Que un domingo a las doce de la noche en pleno febrero eso tiene que ser lo más parecido al cuarto oscuro de la Metropol en un congreso de seminaristas…

Y a día de hoy, increíble pero cierto, los cuatro nos seguimos hablando y creo que volveríamos a compartir durante 5 días 30 metros cuadrados de casa… Aunque mira, prefiero que sea una casa donde haya paredes de por medio que lo del sexo tántrico no es lo mío.

Para todo lo demás, Mastercard.

Pd: ¿A que puedo llegar a ser cansino contando mis vacaciones?


[Canción recomendada: Klaus & Kinski “Mengele y el amor”]

No hay un quinto malo (III)


De Sintra, poco más puedo decir de lo que ya puse aquí y aquí (y si tienes el graduado escolar, creo que ya sabes dónde tienes que pulsar), así que vamos a centrarnos en lo que nos tenemos que centrar. Porque, queridas amigas, cuando uno lleva dentro de sí un incipiente sociólogo, tiene que ir perdiendo la vergüenza y, cámara de fotos en ristre, ir retratando a los especímenes interesantes de investigación...

Visita al Palacio Nacional, con sus chimeneas con los pezones para cortar hielo (clara inspiración del bustier de Gaultier), con sus P.Q.M.F. (Padre Que Me Follaría) en la puerta:

Sus guías turísticos (aquí un posado-robado de Joao):

Sus scouts repartiendo dulces típicos para sacarse unas perras, aquí por delante:

Aquí por detrás, en un primerísimo primer plano:

Sus fuerzas armadas con sus mallas apretadas:

Ale, y después de regalarnos la vista, tocó dar de comer al cuerpo. Nada, que hoy toca darnos un homenaje porque nosotros lo valemos. Total, que ¿para qué comer con el resto de vulgares turistas cuando puedes llevar tus posaderas y tus papilas gustativas al multipremiado y condecorado “Tacho Real”? Si es que Mi Santo y Enne, cuando se ponen a elegir restaurantes son de lo que no hay:

Menú: entrantes, caldo verde, salmón a la plancha, bacalao al "Tacho Real" y costillas de cerdo…

Después tocaba perderse por la Quinta da Regaleira y esta vez sí que llevaba linterna para explorar eso túneles que la otra vez no pisé… para descubrir que sólo llevaban a un callejón sin salida con un sumidero al fondo. A la mierda (literal y metafóricamente) mi vocación frustrada de investigador.

Tras una caminata como la que nos pegamos en la finca que pondría los (pocos) pelos de punta a Iker Jimenez, volvimos al centro del pueblo a comprar los típicos dulces de la zona: las queijadas y los traveseiros, en la “Piriquita”, la pastelería más famosa por estos lares… y donde tienes una media de 50 personas esperando delante de ti. Lo que dio lugar a hacer fotos a dos maromazos que pasaban por allí. Uno tamaño de bolsillo (¡ñam!):

Otro más alto (algo así como el Dúo Sacapuntas):

Y otro scout (será que los sábados los sueltan de las mazmorras donde están guardados):

Y al día siguiente… Lisboa. Así que, a casita, a descansar y a ver un rato de tele, con grandes clásicos de cine como “Another Movie Gay”, clásico entre los clásicos que esta vez lo vi sin ir borracho perdido (si me leyera Karen Walker, se sonrojaría) y llegué a la misma conclusión: con y sin alcohol, la peli es igual de mala… (Y si alguien se lo pregunta, sí, el otro día me tragué “Another Gay Sequel”. Lo mío tiene un nombre: masoquismo.)


[Canción recomendada: Cristina Branco “Post Scriptum”]

No hay un quinto malo (II)

El Sr. Shepperdsen nos dejó en el piso porque tenía que levantar España, Portugal y encontrar esa vacuna para la malaria (ejem), dejándonos a las tres locazas sueltas por este lado del río Tajo.

Y allí que nos fuimos a coger el tranvía que nos llevó hasta el Monasterio de los Jerónimos de Belém. Fue entrar en el claustro y aquí mis compadres empezar a hacer foto a todo lo que había por allí. A los monumentos de piedra y a los monumentos con patas: que si sus arcos, que si sus bóvedas, que si la tumba de Luis de Camoes, que si su macizo canoso interesante:


Después de unas cuantas horas, conseguí arrancarlos de allí y nos fuimos al Monumento de los Descubridores, donde cayó, tal que así, una bonita sesión fotográfica con el puente al fondo. Vamos, que si queremos darnos el pegote y decir que hemos estado en S. Francisco, con poner alguna foca más (aparte de mi mismo, mismamente), lo mismo hasta cuela:

Y como no hay dos sin tres, llegamos a la Torre de Belém. Al salir, estaba claro que nuestro organismo no aguantaba más porque a) nuestros pies estaban pidiendo una excedencia por asuntos propios y b) llevábamos ¡¡¡más de tres horas sin comer!!! Y claro, eso no se puede permitir, asínque, de cabecita al Starbuck’s (mmm Charamel Machiatto) y a casa, a tomarnos un platito casero congelado de bacalhau al bras, esperando a que Mi

Santo llegara del curro.

Siesta reparadora, un encadenado de “Cómo ducharse cuatro personas en menos de una hora y no morir en el intento” y acercarnos a cenar al “Bar Tejo”, donde aquí Mi Churri del Amor es tan, tan asiduo, que cuando entra ya le saludan con la mano y todo. Y menú compuesto por:

Un entrante a base de pulpo salteado y pan tostado con mantequilla (habían otros más, pero nos tiramos a éste –en Portugal, te ponen varios entrantes sin que los pidas, si te los comes, te los cobran, si los dejas, no-)

Picanha (carne de cerdo asada con una salsa especial, acompañada por arroz blanco, judías pintas con jamón y, según el sitio, puré de tapioca, piña a la plancha o patatas fritas)

Calamares a la plancha con patatas a lo murro (patatas cocidas, luego asadas y chafadas, están de vicio)

Y el plato estrella, biffé a la mostarda (bistec de ternena con salsa mostaza, y las consabidas patatas fritas…. Ains, estoy salivando nada más ver la foto.)

¿Postre? Dôce de leite y Baba de camelo:

Luego una vueltecita por los bares de Alcántara y a dormir, que al día siguiente tocaba el intensivo: Sintra.


[Canción recomendada: Nancy Sinatra “Antother Gay Sunshine Day”]

No hay un quinto malo (I)

Dice el refrán que no hay un quinto malo. Así que un sexto viaje tampoco tiene que ser moco de pavo. Pues sí, ñoras y ñores, con éste ha sido mi sexto periplo a tierras lusas en los últimos dos años. Y no quiero decir que sea el último, pero seguro que pasará tiempo.

Cuando ya te conoces incluso mejor Lisboa que tu propia ciudad (es un decir), lo de ir acompañado con dos amigos que lo único que asociaban con Portugal eran las toallas de baño y el gallo de Barcelos, y que van casi vírgenes en esto de viajar por el extranjero, pues como que las cosas se ven de otra manera.

Empecé madrugando para coger el tren de las 6.11 de la Estación del Virgen delCarmenqué me estás contando junto con Devonshike (funcionario en ciernes) y Enne (futura diseñadora de joyas), no sin antes coger un taxi, cuyo taxista era el hermano guapo de Spunky (con eso lo digo todo) y al que intenté convencer para que me cobrara en carne y no en moneda de curso legal. Lástima que no coló, porque me habría dado un homenaje y encima me habría quitado uno o dos michelines… ains, la cinturita de Anita Obregón está cada vez más lejos de alcanzar.

Tras subir al tren, llegar a Atocha y hacer tiempo en su jardín viendo cómo copulaban las tortugas del lago (lástima que no se oyeran bien sus gritos), hicimos lo que todo pueblerino de provincias cuando llega a Madrid: acojonarse con el metro y liarla parda con los putos trasbordos. Al final llegamos a la T-2, que no es tan glamourosa como la T-4, por lo que esta vez no hubo famosos con los que hacerse los encontradizos. No Señor. Ni el culo panorámico de Edith Salazar, ni la calva cochambrosa del conde Lecquio ni los ojos color azul-intenso-mátame-camión de Cayetano Rivera nos deleitaron con su presencia, como en anteriores ocasiones.

Pero al llegar al aeropuerto de Lisboa, estaba el torero de mi coraçao esperándonos, y se me quitaron las ganas de emparentar con Carmina La Divina (que Dior la tenga en su gloria.)

Y empezamos el sufrimiento.

Si de algo se puede caracterizar este viaje ha sido en que hemos comido por la boca y por los ojos: por la boca, lo atestiguan mis cuatro kilos ganados en estas vacaciones (ya tengo una bonita repisa allende mi ombligo sepsi en donde apoyar mis brazos en jarras para cantar una muñeira, una jota aragonesa o cualquier canto regional que se preste) y lo de los ojos porque reitero que la generación de la Revolución de los claveles está de toma pan y moja: que de los 40 para abajo me hacía yo un plato combinado de portugueses. Ains…

A lo que iba. La primera visita obligada esta vez no fue el Ikea, sino la pastelería de Belém de donde surgieron los típicos dulces, para meternos entre pecho y espalda una buena remesa de pasteis con su galao (un café con leche, con más leche que café.) Que me sé yo de una que esa será la única frase que recuerde del portugués en toda su vida, ejem...

De allí, a cenar a un lugar taaaaan y taaaaan típico como un restaurante nepalí (tocotó): con sus samosas, sus pasteles de cebolla, su arroz con cardamomo y su pollo con una salsa naranja que estaba para churrupetearse los dedos (propios y del vecino.) El orgasmo se alcanzó con el postre de la casa, una especie de leche condensada con coco, frutos secos y sirope de fresa…

Y nada mejor para rebajar que subir todas las cuestas habidas y por haber hasta llegar al Bairro Alto, para tomarnos la caipirinha de rigor:


¡¡¡Y poder hacer la foto del bar de las acelgas!!! A día de hoy sigo sin saber cómo coño se llama.

Cuesta abajo se va mejor, y nos dejamos rodar hasta Alcántara para dormir, porque al día siguiente tocaba la visita “ahora sí que sí, en serio” de Belém.

[Canción recomendada: David Fonseca “4th Chance”]

No estaba muerto...


...que estaba de parranda.

En breve, cuando ordene el alrededor de dos gigas de fotografías y me recupere de la bacanal de comida de los últimos días, un resumen del viaje.



[Canción recomendada: Peret "Y no estaba muerto"]

Saliente's Weekend (y II)


Analicemos la foto.

Una silla de forja, de corte clásico. Con un tapizado de cebra. En un claustro de un monasterio, ejemplo típico del barroco tardío almeriense. Con un traje de volantes corto de feria. Y botas de chúpame la punta a juego.

Recapitula perfectamente un fin de semana intenso y condensado. Al igual que el resumen con el que la Sra. Amparo y A. R. del Desierto me deleitaron, cómo algutinar los cuatro últimos meses en una perfomance de dos minutos. Tocotó. Pero eso fue domingo por la mañana.

Después de llegar al Santuario de El Saliente, que se nos apareció como algo de ensueño tras un recodo, con su mármol travertino y una iluminación que realzaba toda su belleza. Después de saludar a la encargada de la Hospedería El Saliente, que tan bien nos trató tanto ella como el resto del equipo. (¡Visitadlo pero ya mismo!) Después de la cena homenaje de cumpleaños de A. R. y nuestra querida Baccara Negra.

Después del discurso de la Mamma, que nos dejó a más de uno llorando de alegría. Y de las actuaciones en grupo, de los berridos en el Sing Star, de hacer que Agneta y Frida se removieran en su tumba (tiempo al tiempo, que les queda una siesta) descubriendo que el secreto para ganar está en cantar siempre en falsete, de escenificar una serie de pornocturas (algo que es de obligado cumplimiento cada vez que se sale de casa, caris):

Después de que dos ángeles de la guarda vestidos de cordobeses se pasearan por los pasillos del claustro llamando nuestra atención, ¡y desafiando el frío con ese peazo de escote, Safuana!

Si me tengo que quedar con otra imagen, desde luego que sería aquella en la que la Mamma, la Baccara Negra nos enseñó cómo se puede tomar uno una taza de caldo de la manera más elegante y lujuriosa:

La verdad que echaba de menos momentos como los que pasamos estos dos días, aunque el tiempo no terminara de acompañar del todo…


Pd: Deberes para quien quiera comentar. Construir una frase con las siguientes palabras: "Safuán", "agaporny", "Maricar". El uso de los adjetivos deberá ser siempre en superlativo en grado mayúsculo, esto es, con la terminación "-ístico".


[Canción recomendada: Abba “Does You Mother Know”]



Aeroguatutú, que se llama "aero" porque vuela, "gua" por que va por el agua y "tutú" porque, cuando rueda por la carretera, hace "tú...tú..."


Boy Lornsen.


{elaeroguatutu@hotmail.com}