Si alguien puede pecar de oportunista, ése soy yo.
En diciembre, tenía unos días libres y aprovechando que
Shepperdsen tenía un curso en
Madrid, nos fuimos de
okupas a la casa de
Crawlertls y su marido. Y
¡zas! en toda la boca, la primera ola de frío del invierno. Lo que nos vino de excusas para cambiar de outfit y comprarnos ropa de abrigo. No era cuestión de helarse si iba a conocer en persona a
Proudstar,
Fido y a charlar tranquilamente por una vez con
La Nena.
Este finde pasado habíamos quedado toda la cúpula del
Canomori (no, no preparamos el comeback, por si alguno se adelanta a preguntarlo), en plan casa rural entre
Vélez Blanco y
Vélez Rubio, para celebrar los cumpleaños de la
Baccara Preta (La Mamma), y las
Safuanas hembras (La chica y la grande). Y
¡zas! en toda la boca otra vez. Una nevada del copón y una llamada a la dueña de la casa desde
Puerto Lumbreras diciéndonos que nos apuráramos porque habían pasado las quitanieves y el camino hasta el pueblo estaba despejado. Lo que te hace estar la mar de seguro oiga...
Después de que
Fuensi se hiciera unas fotos con unas japonesas que pasaban por el área de servicio
(no sabemos si iban hacia a Granada, Murcia o whatever
), como si no hubieran visto nunca a nadie ir por ahí con unas orejas de ratón, arrancamos motores para llegar a nuestro destino... para encontrarnos con una postal navideña tal que así:
Y quedarnos
más helaos que un chambi al ver que el camino de cabras que nos llevaba a la casa rural estaba impracticable. Lleno de nieve, barro y agujeros invisibles para el ojo humano, como para meter seis coches y quedarse encallados. Eso sí, la beata
Elisabeth Canomori nos tuvo que iluminar porque encontramos en
Velez Blanco una hospedería rural con apartamentos donde pudimos instarlarnos para pasar el fin de semana. Nuestros catorce cuerpos, con nueve kilos de carne para asar, cuatro conejos para hacer arroz, tres tartas para la fiesta de cumpleaños, chorrocientos litros de cerveza, empanadas, saladitos, pizzas... Vamos, que si por un casual el restuarante se quedaba si alimentos, podíamos montarles un
catering improvisados para la noche de los enamorados.
Después de instalarnos y de pegarnos una pantagruélica comilona
(y algunos echarnos después una siesta), jugamos un rato al
"Gestos" dándole nuevo sentido a las palabras
"rejoneo",
"coches de choque" y
"toma de tierra"... Que a esto ayudara una cachimba y unas cuantas copas, es otra historia.
Y llegó la hora de la fiesta de cumpleaños, con fiesta temática:
princesas Disney. Princesas pocas, pero mamarrachas vestidas de personajes de películas de dibujos unos cuantos:
El Rey y la Reina de Corazones, el
Príncipe Encantador,
Mickey Mouse, Blancanieves y dos
Campanillas (una con más pelo en el pecho que la otra) se dieron cita entre otros figuras animadas de ayer y hoy...
¿Los regalos? Pues además de la citada cachimba para
La Safuana Chica,
"El Gran Libro de las Pollas" para
La Mamma y un viaje a
Marrakech para
La Safuana Grande.
Al día siguiente, a darse una vuelta por el pueblo y a recuperar el espíritu infantil haciendo peleas de nieve... de las que acabé algo hartito, porque siempre, SIEMPRE,
SIEMPRE venían a mí todos los pelotazos, por muuuucho que aseguraran que no, que iban para
Totó... En el pueblo se hablará durante un tiempo del atajo de subnormales que iba corriendo por las callejuelas quitando la nieve de coches y tractores y tirándosela unos a otros.
Acabamos visitando el castillo, donde
Fusiforme nos hizo una visita guiada particular y nos contó
cómo acabó el patio de armas en el Metropolitan, lo que demuestra el poco caso que se le ha hecho a nuestro patrimonio... y el que se le sigue haciendo en ocasiones.
Tras comer, recoger y cada mochuelo a su olivo, después de esta catarsis de locura aderezada con hielo. Que tanta falta nos hacía a más de uno y más de dos.
[Canción recomendada: Knife "Pass This On"]