El arte románico surge en Europa a partir del siglo XI, tras una etapa de oscurantismo resultado de la caída del Imperio romano. Se vive un florecimiento económico que irá acompañado con la necesidad de construir nuevos templos, donde reunir y aleccionar al pueblo, a través de las diferentes artes plásticas.
El que me conozca un poco sabe que es uno de los estilos artísticos que más me gusta. En el instituto, cuando di Arte, me tiraba de espaldas. Claro que a uno lo han educado en el cánon de belleza grecorromano y si te dan a elegir entre las obras de la época clásica, el Renacimiento o el arte de la Edad Media, éste siempre se quedaría con el premio de consolación. Edificios bastos, con unos muros recios y con una decoración pobre, por no decir escasa. Frescos con una policromía casi nula, sin atisbo de perspectiva. Esculturas hieráticas donde la proporción brilla por su ausencia.
A todo aprendemos. A andar, a correr, a atarnos los zapatos. También podemos aprender a valorar lo que, en un primer momento, no nos llama la atención, o incluso rechazamos sin tener razones de peso.
En la época del instituto solía salir de vacaciones con mis padres, normalmente de cámping para el norte de España, por aquello de salir corriendo del calor y de lo agobiante que son las playas de Levante. Jaca, Sangüesa o el Valle de Bohí fueron de los primeros sitios que visitamos. Y ahí empezó mi enamoramiento con el arte románico. Gracias al Monasterio de Leyre, o a San Juan de La Peña, Santa María de Eunate o San Clemente de Tahúll comprendí que se trataba de un arte naciente.
Es como darle a unos niños arcilla, papel y lápices de colores y que pinte, que traten de transmitir una idea. El primero lo hará de una manera sencilla y esquemática. Lo mismo hasta se equivoca y la casa que haga se le hunda el techo porque los muros no aguantan la piedra. O el papel no sea el adecuado para soportar las tintas o ciertos colores. El siguiente irá aprendiendo del anterior y, poco a poco, irán perfeccionando una manera de entender la vida y explicar el mundo que les rodea con un lenguaje propio, que irán transmitiendo a los que vinieran después.
Un arte sin artistas, porque no solían firmar las obras. Hay pocos casos como el Maestro Mateo, autor del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, que dejaran huella de su trabajo. Y aun así, no se consideraban artistas, sino artesanos. No es hasta unos siglos más tarde cuando empiezan a tomar conciencia de su importancia.
[Canción recomendada: Loreena McKennitt "Lady Of Shallot"]
El que me conozca un poco sabe que es uno de los estilos artísticos que más me gusta. En el instituto, cuando di Arte, me tiraba de espaldas. Claro que a uno lo han educado en el cánon de belleza grecorromano y si te dan a elegir entre las obras de la época clásica, el Renacimiento o el arte de la Edad Media, éste siempre se quedaría con el premio de consolación. Edificios bastos, con unos muros recios y con una decoración pobre, por no decir escasa. Frescos con una policromía casi nula, sin atisbo de perspectiva. Esculturas hieráticas donde la proporción brilla por su ausencia.
A todo aprendemos. A andar, a correr, a atarnos los zapatos. También podemos aprender a valorar lo que, en un primer momento, no nos llama la atención, o incluso rechazamos sin tener razones de peso.
En la época del instituto solía salir de vacaciones con mis padres, normalmente de cámping para el norte de España, por aquello de salir corriendo del calor y de lo agobiante que son las playas de Levante. Jaca, Sangüesa o el Valle de Bohí fueron de los primeros sitios que visitamos. Y ahí empezó mi enamoramiento con el arte románico. Gracias al Monasterio de Leyre, o a San Juan de La Peña, Santa María de Eunate o San Clemente de Tahúll comprendí que se trataba de un arte naciente.
Es como darle a unos niños arcilla, papel y lápices de colores y que pinte, que traten de transmitir una idea. El primero lo hará de una manera sencilla y esquemática. Lo mismo hasta se equivoca y la casa que haga se le hunda el techo porque los muros no aguantan la piedra. O el papel no sea el adecuado para soportar las tintas o ciertos colores. El siguiente irá aprendiendo del anterior y, poco a poco, irán perfeccionando una manera de entender la vida y explicar el mundo que les rodea con un lenguaje propio, que irán transmitiendo a los que vinieran después.
Un arte sin artistas, porque no solían firmar las obras. Hay pocos casos como el Maestro Mateo, autor del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, que dejaran huella de su trabajo. Y aun así, no se consideraban artistas, sino artesanos. No es hasta unos siglos más tarde cuando empiezan a tomar conciencia de su importancia.
[Canción recomendada: Loreena McKennitt "Lady Of Shallot"]
18 Aeroguatutadas:
Vas a comparar con el excelso gótico, refugio de pretenciosos.
Quita, quita...
Hombre, el gótico también me gusta, pero es que el románico tiene un encanto en lo que muestra y en lo que da a entender que será...
Tiene usted razón con el románico, y qué decir del prerrománico asturiano. Con miniaturas que son casi casitas de muñecas como por ejemplo Sta. Cristina de Lena, pero que son absulutamente maravillosas.
Yo flipé en colores con Sta. María del Naranco y S. Miguel de Lillo, todo sea dicho.
Por cierto, mira que soy poco nacionalista, pero me ha llegado a la barretina que hayas puesto "San Clemente de Tahúll" en vez de Sant Climent de Taüll.
Mira que empiezo a hablar de "Porc senglar Vell" -Javalí Viejo-o "Claveguera" -Alcantarilla-.
:P
Durante años adapté mis vacaciones por ver el máximo románico posible; me recorrí Huesca, León, Soria, Burgos, Navarra... Hay un picorcillo siempre mágico en esos sitios y suelen estar en lugares muy muy chulos. Y me encanta saber ke aún me keda mucho románico ke ver.
*Le Poinçonneur: Serán reminiscencias anteriores al cambio de nombre, que de la misma manera digo La Coruña en vez de A Coruña y no va con ninguna intención centrista...
*Murciana Marrana: Con independencia de las creencias o no, es entrar en una iglesia románica o gótica y respiro una paz que no encuentro en otros sitios. Me pasó en el monasterio de la Oliva (Navarra) y en Alcobaça (Portugal)
Pues no está mal...pero con lo fallero que soy yo voto también por el barroco!!, jajajaja
El románico es como el queso curado, como el vino tinto... a casi nadie le gusta de joven, pero una vez que haces el paladar a ello... a mí también me fascina.
El románico representa (hablando en términos espirituales) una vivencia de la religión intimista, sencilla (por lo esquemática) y que empieza a buscar al pueblo para llegar a un encuentro.
No te preocupes, Skyzos, en todas partes cuecen habas: aquí escribimos "Múrcia", con acento en la U.
Por cierto, siempre he pensado en los pedazo de andamios que debían colocar hace mil años para hacer las catedrales góticas. Cuántos se romperían la crisma antes de acabarlas.
Recuerdo la visita a San Clemente de Tahull mucho mejor de lo que imaginaba y más chula de lo que nos explicaron en COU. Lo mejor del románico para mi son los pueblecitos en los que se encuentran, así al menos tengo el recuerdo del Camino de Santiago. Siempre merece la pena descubrir el arte, eso desde luego
*Peritoni: Es que el levante es tierra barroca (soy artista y no puedo más), así que me llama mucho la atención algo tan simple y sencillo como el románico.
*Sufur: Muy buena comparación, porque a mí el vino tinto y el queso curado como que no me gustaba nada de nada...
*El Escriba: Encantado con su comentario, oiga.
*Le Poinçonneur: Acabo de comprarme unos libros de arte de Könemann donde escriben "San Clemente de Tahúll" y "Lleida"... ¿Culpa del becario?
Lo de los andamios es la caña, la pena es que se hayan perdido más documentación con las técnicos de entonces.
*Sra. Amparo: Lo mío fue también un enamoramiento. No viene a cuento pero no entendí "Vacas" de Julio Medem hasta que estuve por Asturias. Se me pusieron los pelos de punta.
¿Könemann? ¡Traición! Te hacía de Taschen :P
Joder, vengo de decir guarradas del Planeta Murciano y del blog de Sufur y he de confesar que esto me ha dejado en fuera de juego, jajajaja... yo lo del románico tardé en descubrirlo, pero es lo que tiene África, que tiene poco románico (aunque en Melilla está la única construcción gótica que se hizo fuera de europa)...
*Le Poinçonneur: Yo soy de Taschen, pero de vez en cuando cae algún Koneman...
*HM: Usted no se preocupe que de aquí a nada yo también empiezo a decir guarradas.
No recuerdo de que época era la catedral de ávila, pero al leer lo que ha dicho de la tranquilidad que le transmite entrar en sitios así me ha recorrido un escalofrío por todo el cuerpo...daba muy mal rollo entrar allí, cada rinconcito con esculturas en piedra te recordaba que debías ser bueno porque el infierno debería tener muchas cosas en común con lo allí representado...
Es que usted es un rojo judeomasónico irredento...
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