Uvas

Los ciclos solares están arraigados en muchas culturas. Es algo que llevamos tatuado a fuego en nuestro subconsciente. En el solsticio de verano (la noche de San Juan) se hacen hogueras, donde se quema todo lo viejo, como símbolo de renovación y renacimiento. La Navidad cristiana coincide con el solsticio de invierno (es lo que ha tenido el catolicismo, que ha sido más bien un “quítame allá este dios y vengo y te pongo éste” -vamos, el mismo perro pero con distinto collar-) donde el Sol se hunde en la noche más larga del año y surge como un recién nacido (se llame Mitra, Jesús, Osiris o Huitzilopochtli.)

¿Y qué pasa en esas fechas? Pues que los hombres nos desatamos, nos dejamos llevar por nuestros instintos más atávicos. Bailamos, bebemos, gritamos, comemos… Lo que se puede resumir en una frase de esa gran filósofa como es Paranoika Gonzalez : “Anoche me hinché. Anoche me puse tibia.”

Toda esta introducción es para poder explicar lo inexplicable: cómo cojones acabamos como acabamos el día de Nochevieja. Porque si no hago esta chorradita, lo cuento y la gente no se lo cree. Advertidos estáis que no íbamos muy borrachos esa noche (por lo menos yo) y que de drogas nanay, que es nuestro propio organismo el que las produce.

La cena en cuestión fue en casa de Fusiforme, y como ya tenemos unas edades y somos un cruce entre Nati Abascal y Martha Stewart, la mesa nos quedó muy dieciochesca y decimonónica. Ni que decir tiene que el menú estaba a la altura, con platos tan elaborados como Fondue de la campagne au fromage et ciboulettes o Ensalada Urobora con frutas de mar. Tocotó.

La mesa fue presidida según la etiqueta francesa, pero con un aliciente italiano: la Mamma Baccara Preta estaba en una de las cabeceras y el capo Fusiforme en la otra. Pero fue ELLA (así, en mayúsculas) la que nos leyó con su almibarada voz el menú a deleitar y nos alimentó con sus cannnnnnes (vamos, que el plato fuerte lo preparó aquí mi prima.)

Que si vino blanco, que si rosado, que si tinto, que si sidra o champán, que si “saca el güisqui Cheli”… que acabamos como acabamos: Ahora sesión fotográfica en la terraza…

…ea, que si me decido a sacar un disco (si Jezulín pudo, yo también) ya tengo la portada, y Mi Santo también…

Ahora hacemos un Belén viviente…

Y aunque me queda poco de niño, sí, yo soy el Niño Jesús en cuestión. Arropado por San José (Shepperdsen), La Virgen María (Baccara Preta, aunque tú de virgen no tienes ya ni el nombre, cari) y el Arcángel Terciopelo Azul.

Lo peor de todo es que, a estas alturas de película, yo lo veo hasta normal; que el primer año que nos juntamos en Nochevieja, vestimos a Meg de Virgen (con perdón) y la sacamos de procesión.

Sí. Estamos fatal. Ya hemos llamado a un psicólogo a ver si nos hace precio especial por ir todos en grupo.

Pd: ¿Sentido del ridículo yoooooo a estas alturas? Quita, quita...

[Canción recomendada: Isin Karaka “Bitmemis Tango”]