Cum Laude

Viernes morning. Después de mucho sufrir y padecer, Mi Santo leyó su tesis doctoral y pasó a ser conocido como Doctor Shepperdsen, el doctor más sexy que ríete tú de “Anatomía de Grey”.

Sus chorrocientos más allegados nos hacinamos en el salón de grados de la facultad para extasiarnos sobre su trabajo de investigación acerca de un tema del que no teníamos ni idea y en un idioma (el de Chéspir) que tampoco controlábamos un elevado número de asistentes… Y a pesar de que me llevé un libro sobre feng-shui, Urobora me lo arrebató de las manos so pena de chivarse a mi futuro esposo (a ver si ahora que va a empezar a ganar perras a mansalva, va y se larga con una lagarta…)

Después de 45 minutos, llegó el turno de ruegos y preguntas, donde demostró el manejo del inglés y del español, toreando magistralmente al tribunal. Algunos pedimos las dos orejas, el rabo y la lengua (de su jefe) por tamaña faena tan bien rematada.


Y a pesar de que, subrepticiamente, dejó muy claro su inclinación sexual al incluir varias gráficas con los colores de la bandera del Orgullo Gay, algún despistadillo del tribunal no se dio ni cuenta y le preguntó si tenía novia, para transmitirle también la enhorabuena por los fines de semana que tuvo que estar en casa (haciendo encaje de bolillos y viendo “Cine de barrio”) mientras su hombre investigaba en el laboratorio…

No he visto nunca un patio de butacas con tal ataque de tos. Ni que decir tiene que a mí en ese momento se me cayó algo al suelo y no pude levantarme a devolverle las gracias por acordarse de mí… LA NOVIA.

Pero como novia que soy (nunca contradiré a un Doctor Catedrático), he de admitir que se me quedará grabado para siempre la cara de alegría de Mi Santo cuando salió de la sala con la máxima nota y la posibilidad de empezar otro capítulo de su vida.


[Canción recomendada: Conjunto de Cámara Más Que Voces “Gaudeamus Igitur”]